Quién iba a decirnos hace un par de décadas que Internet iba a dejar de ser un elemento de ocio o entretenimiento más, para convertirse en una necesidad básica. Sí, de esas que incluso recoge la constitución. Y es que ya ha llovido desde que, allá por el año 83, el Departamento de Defensa de Estados Unidos decidiera utilizar el protocolo TCP/IP en la que venía siendo su red interna. Afortunadamente, en la actualidad el acceso a dicha red es mucho más sencillo. Aunque siguen existiendo multitud de impedimentos.
No todo es un camino de rosas. Y es que pocas veces se habla sobre uno de los principales inconvenientes actuales: el bombardeo publicitario. No en vano, a diario recibimos multitud de ofertas, «paquetes» promocionales, tarifas de internet, supuestos consejos y un sinfín de spam que lo único que consigue es ponernos, como se dice comúnmente, la cabeza como un bombo. No obstante, que no cunda el pánico. ¿Estás decidido a ahorrar en tu tarifa de internet? En las siguientes líneas aportaremos algunos consejos para conseguir la mejor tarifa de internet posible.
Cuestión de velocidad
El primer paso a la hora de plantearnos una mejora de tarifa o un cambio de compañía pasa por tener claro qué tipo de servicio tenemos, qué incluyen y cuánto pagamos cada mes por ellos. Y esto nos lleva, de forma ineludible, a una primera actuación de vital importancia: realizar un test de velocidad. ¿Qué velocidad tenemos contratada?, ¿cuál es la real?, ¿y la subida? Estas y otras muchas respuestas pueden ser resueltas sobre la marcha gracias, precisamente, a un test de velocidad de internet de nuestra confianza.
En busca de la factura perdida
En segundo lugar, toca tirar de factura, o de app, para descubrir qué servicios tenemos contratados y cuánto pagamos por cada uno de ellos. Y no solo se trata de saber qué servicios incluye nuestro contrato, que también, sino de cuantificar cada uno de ellos. Es decir, ¿sabemos si lo que pagamos por nuestra línea y por la conexión a internet cuenta con un precio justo y acorde con el mercado? Somos conscientes de que puede resultar un proceso tedioso, pero no os llevará mucho tiempo y es la única forma de poner nombre a nuestra situación actual.
Estudiar nuestras necesidades y las distintas tarifas
De nada sirve tener la tarifa con una mejor relación calidad precio si contamos con doscientos mil paquetes o servicios contratados y solo usamos dos. Estudiar nuestras necesidades reales es, sin ningún atisbo de duda, otro requisito fundamental antes de plantearnos cualquier cambio de aires. Y es que aunque en algunos casos nuestros servicios se quedan cortos, en la mayoría de las ocasiones ocurre a la inversa. Es decir, tenemos mucho más de lo que, a efectos prácticos, necesitamos.
En el caso de operadores como Yoigo, os recomendamos acceder a su web para poder ver de una forma clara y sencilla las distintas tarifas, lo que incluyen y el precio total. En este caso, los comparadores no resultan demasiado efectivos. Y es que cada operador cuenta con multitud de paquetes con otras tantas variantes que además suelen cambiar con relativa frecuencia. Así que no queda otra que armarse de un poco de paciencia y navegar sin parar por la red de redes.
¿Te has decidido? Todo por escrito
Que nadie se piense que tras escoger la tarifa que más se adecue a nuestras necesidades todo ha acabado. Ya gestionéis la contratación presencialmente (siempre más recomendable) o telemáticamente, os recomendamos encarecidamente pedir un comprobante o copia de dicho contrato que nos certifique que no existe letra pequeña alguna que no conozcamos. En el caso de realizar la tramitación de forma telefónica, nunca está de más grabar la conversación, previo aviso, para que todas las condiciones no se esfumen como las palabras.
Amagos, ofertas y contraofertas
A estas alturas ya os habrá quedado claro que esto de cambiar, o no, de compañía telefónica tiene algo de espectáculo circense. Así que hay tomarse la cosa con humor y, como solían decir nuestros abuelos, sabios ellos, «echarle morro al asunto». Y es que si lo que buscamos es una mejora económica en nuestro contrato, la mejor forma para conseguirlo es amenazar con marcharnos y, en su defecto, amagar con hacerlo de forma efectiva. Es decir, tramitar un amago de portabilidad para cambiarnos a otra compañía de nuestro agrado.
No os preocupéis con los amagos, en el peor de los casos acabaréis en otra compañía más barata. No obstante, os podemos asegurar con casi total certeza que vais a recibir una llamada de un departamento «especial» para mejorar vuestra situación. Por los plazos tampoco os preocupéis. Tras iniciar dicho proceso de portabilidad contáis con 14 días de desistimiento sin penalización alguna por parte del operador de destino.
Cuestión de cabeza
Como habéis podido comprobar en este texto, cambiar de compañía o lograr mejoras en nuestra actual tarifa de internet no es ni difícil ni imposible. No obstante, sí que hay que tener claro que quien algo quiere, algo le cuesta. ¿Tienes pensado lanzarte al lío? Busca un hueco en la agenda, analiza con cabeza, compara, contrata y disfruta.