Seguramente habrás oído que Facebook ha cambiado el nombre de su empresa por el de ‘Meta’, nombre con el que cotiza en bolsa desde hace ya varios meses. Oficialmente, este cambio se debe a la intención de Facebook de reorientar sus aplicaciones –Facebook, Instagram y WhatsApp– hacia la confección de un ‘metaverso’ similar a los ya ofrecidos por Roblox Corporation o BUD Technologies. Puede que haya algo de cierto en esto, pero también hay un gran consenso en el sector a la hora de considerar que esta novedad tiene su origen en la necesidad de limpiar su imagen después de haber acumulado diversos escándalos de relaciones públicas en los últimos años.
En el caso de Facebook, su principal crisis de relaciones públicas se produjo a raíz del escándalo de Cambridge Analytica, que demostró que la red social permitía la recopilación de una gran cantidad de datos privados de sus usuarios, sin consentimiento para su uso con fines de propaganda política. Y eso no fue lo único, en ocasiones se toleraron noticias falsas, condicionando así el desenlace de toda una serie de procesos electorales en diversos países del mundo.
El escándalo de Cambridge Analytica terminó llevando a Mark Zuckerberg a responder ante el Congreso de Estados Unidos. Esto se sumó a otros escándalos de la empresa, como las repetidas filtraciones de datos de sus usuarios en los últimos años, causando pérdidas millonarias de la compañía en bolsa y, eventualmente, derivando en la primera pérdida de usuarios de la historia (algo que, a su vez, se tradujo en unas pérdidas todavía más severas).
La imagen de una empresa es más importante que nunca
Que las empresas dependen cada vez más de su imagen es una evidencia. Por eso, las relaciones públicas cobran mayor relevancia a la hora de garantizar el éxito y la propia viabilidad de una compañía. Vivimos en una era donde las redes sociales tienen el potencial de convertirse en un auténtico tsunami capaz de rescatar del olvido a una empresa como Gamestop y, al mismo tiempo, convertirse en la peor pesadilla de otras grandes compañías a través de sus llamados al boicot, como ha ocurrido en numerosas ocasiones con Nestlé.
Pero invertir en un buen departamento de Relaciones Públicas no es suficiente si desde otros equipos se cometen errores que pueden causar daños aún más severos a la imagen corporativa. Resulta fundamental tener siempre presentes cuáles son las principales causas de las crisis de relaciones públicas, y adoptar de antemano las medidas necesarias para prevenirlas. ¡El trabajo del departamento de RR.PP. será mucho más sencillo si estas crisis no ocurren en primera instancia!
Posibles causas de una crisis de RR.PP.
- Un escándalo personal. Lo estamos viendo cada vez con más frecuencia: las polémicas en torno a directivos y otros miembros relevantes de una empresa suponen un gran revuelo en las redes sociales. En estos casos, se reclama a las compañías que hagan justicia y retiren del cargo a la persona que haya provocado el escándalo. Las pautas de comportamiento estrictas e intachables marcadas por la empresa intentan evitar este tipo de situaciones.
- Una filtración de datos. La publicación masiva de datos sin autorización se produce cada vez con más frecuencia en internet, afectando a cientos de compañías grandes y pequeñas. Incluso empresas aparentemente intocables como Facebook o Twitter han sufrido distintas filtraciones de datos que han afectado a millones de usuarios y han dañado seriamente su rendimiento en bolsa. El uso de herramientas anti-malware y de un gestor de contraseñas resultan indispensables para prevenirlas.
- Una mala decisión empresarial. A veces, la causa del escándalo no proviene de un error individual o de un mantenimiento pobre de los equipos informáticos, sino que responde a equivocaciones de las empresas en su toma de decisiones a nivel corporativo. Un mal giro puede terminar condenando a la compañía públicamente de manera mucho más seria de lo que cabría pensar, así que es fundamental tomar solo decisiones empresariales que estén en consonancia con la ideología de sus clientes.
- Una estructura laboral no representativa. A estas alturas, ninguna empresa puede progresar adecuadamente si no tiene una plantilla que represente de forma justa toda la variedad cultural y étnica de los países en los que opera. Y, de la misma manera, la representación de género debe ser de absoluta paridad a todos los niveles de la compañía. Ignorar esto puede resultar muy costoso, incluso en sentido literal porque en ciertas ocasiones acarrea multas millonarias.