profesión de organizador de eventos

Ser organizador de eventos, ¿es una profesión de riesgo?

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Ser organizador de eventos es, sin duda, una profesión vocacional. De eso no cabe duda. Pero, a pesar de ello, deberíamos plantearnos si el ejercicio de esta profesión podría ser o no considerada de riesgo. En Marketing Insider Review, les mostramos la cara más humana y la realidad diaria del sector.

El estrés, factor predominante del organizador de eventos

Según una encuesta publicada por Career Cast en 2018, cuando el sector estaba en su máximo auge antes de la pandemia, la profesión de Organizador de Eventos estaba en el 5º lugar del ranking de las más estresantes. Por delante sólo les superaban los militares, bomberos, pilotos y policías.

Este dato es cuanto menos revelador. Los eventos son sinónimo de adrenalina, pero también de mucha pasión y vocación por el trabajo. Aun así, no deja de ser una profesión muy sacrificada que dificulta la conciliación y el disfrutar de tiempo libre. Pero, a pesar del estrés, y esto sólo lo entenderán los compañeros del sector, aunque no salvamos vidas, en cada evento nos jugamos mucho. Nuestro prestigio es el de nuestro cliente, cuya imagen de marca depende de nosotros durante unas horas, hasta que todo acaba y nuestra mente empieza a funcionar a toda máquina pensando en el siguiente evento.

Lo menos gratificante de ser organizador de eventos es, no sólo el estrés, sino la inestabilidad horaria, la presión, y la falta de conciliación con la vida personal. Pero, realmente, para los que sentimos vocación por el sector, todo esto se ve compensado por la sonrisa que se dibuja en los asistentes cuando consigues sorprenderles. Y por la satisfacción del cliente cuando has logrado transmitir sus valores de marca y materializar sus objetivos en el evento.

El cliente es el jefe más exigente del mundo

Nos debemos a nuestros clientes, y estamos constantemente aprendiendo de ellos. El comportamiento de la demanda es la que genera que nosotros tengamos más o menos estrés.

Si antes organizábamos eventos con una antelación de varios meses, ahora las reservas de última hora están a la orden del día. Hemos visto organizar congresos en apenas 15 días. Y esto se ve acentuado por la situación actual en la organización de eventos en la nueva normalidad, donde el margen de maniobra es apenas inexistente. En 24 horas puede cambiar totalmente el panorama, el entorno y la normativa del sector.

El cliente no entiende de plazos, ni del esfuerzo que hay detrás de cosas tan aparentemente insignificantes, porque nuestro trabajo es hacer parecer fácil lo que realmente es difícil de conseguir. Aun así, las exigencias de última hora que imponen los clientes son uno de los puntos más críticos de este trabajo. Puede que muchas veces el cliente no tenga razón, pero también es cierto que se irá con quien le dé lo que quiere. Y contra eso no se puede luchar. Únicamente cabe tratar de madurar en sintonía con las nuevas tendencias del sector, y anticiparse siempre que sea posible a las necesidades de nuestros clientes.

El perfil ideal de organizador de eventos

¿Qué aptitudes debe tener un organizador de eventos? Lo primero de todo, aunque suene repetitivo, vocación. Es una profesión que parece muy atractiva vista desde fuera, pero cuando llega la hora de “bajar al barro” no todo el mundo es capaz de dar la talla.

La única manera de poder afrontar de manera profesional todos los retos que impone el sector es la ilusión, la empatía, estar concienciado de que tus horarios no serán estables, ser resolutivo ante imprevistos de última hora y pasión por el cliente.

Y, por supuesto, formación. Es un sector con mucho intrusismo, lo que hacer que esté menos valorado de lo que debería. Pero para ser organizador de eventos necesitas tener una cualificación específica que te permita solventar cualquier posible incidencia, y gestionar todos los aspectos del evento de manera eficaz. Esta formación no es solo teórica, sino también emocional. Necesitas ser creativo, organizado, cumplir con los plazos, tener dotes comerciales, y estar acostumbrado al estrés.

Pero sin duda una de las cosas más bonitas es que nunca dejas de aprender, y que la monotonía no existe. Los organizadores de eventos somos como directores de orquesta, tocamos muchas teclas y llevamos sobre nuestros hombros un gran peso del que depende el éxito de nuestros clientes en un día que es muy importante para ellos.

Conclusión

Aun así, no podemos dejar de pensar que la industria de los eventos está bastante infravalorada. Prueba de ello fue la movilización del sector del pasado 17-S. Todos los profesionales reivindicaron una mejora de sus condiciones laborales y el reconocimiento del sector como una de las claves de la economía en España.

Siguen haciendo falta muchas mejoras pero, con un sector unido y una calidad profesional como la que tenemos en este país, confiamos en que el sector de los eventos conseguirá el lugar y la importancia que merece.

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