El 29 de agosto se celebró internacionalmente el Día del Gamer, o mejor dicho, de las 2.800 millones de personas alrededor del planeta que juegan en dispositivos móviles, PC o consolas. América Latina no se queda atrás, con 289 millones de audiencia gamer que mueven 7.200 millones de dólares cada año.
Por eso, por más que suene raro viniendo de una empresa que se especializa en marketing en videojuegos, hay que decir que no existe “el gamer” como audiencia publicitaria: no podemos seguir pensando en un público monolítico, homogéneo y previsible.
Después de todo, estamos hablando de alrededor del 70% de la población online. Los estudios muestran que se trata de personas de todas las edades, géneros, niveles socioeconómicos, estilos de vida e intereses. Según Newzoo, el 47% de los gamers del mundo está compuesto por mujeres; el 53%, por varones. La mayoría (el 27%) tiene entre 21 y 30 años, pero el restante se divide de forma pareja entre todas las edades.
Quizás en la década de 1940 la industria publicitaria sí pensaba en la gente que veía televisión como un público particular, con determinados hábitos y gustos. Al finalizar el siglo XX, los televidentes ya éramos básicamente todos. Es una palabra que, como “consumidor”, habla de nadie en particular.
Un oficinista que juega al Scrabble con su celular en el transporte público y un adolescente que sueña con jugar profesionalmente al LoL pueden compartir el amor por “el vicio”. Pero seguramente a ninguna marca le sirve agruparlos indiscriminadamente bajo el rótulo de gamer. ¿A qué juegan? ¿Para qué? ¿En qué momento del día? ¿Juegan solos? ¿Qué están buscando? ¿Qué otros medios consumen?
De esa manera, quienes trabajamos en esta industria dejamos hace rato de pensar en un jugador único. Hablamos de audiencias en plural, de perfiles o gamer personas.
El universo de los videojuegos aún tiene lugar para crecer. El acelerón imprevisto que tuvo el consumo de juegos durante la pandemia demuestra que todavía está cambiando el lugar que ocupa el gaming en la opinión pública. Quizás llegue el día en que el 100% de la humanidad disfrute los videojuegos. Quizás no. Por lo pronto, ya es hora de darle al sector la atención detallada que merece.