Internet se ha convertido en un link que nos mantiene permanentemente unidos como usuarios en nuestro día a día. El uso tan normalizado de la red hace que esa unión se establezca incluso sin nosotros pensarlo o quererlo. En 2020, el número de usuarios de internet a nivel global ya asciende a 4,6 mil millones. El Internet de las Cosas, también llamado Internet of Things, comúnmente abreviado como IoT, acerca ese ciberespacio aun más a nuestras vidas cotidianas. Veamos cómo.
¿Qué es el Internet de las Cosas?
Generalmente, al hablar de Internet tendemos erróneamente a pensar exclusivamente en ordenadores y smartphones. Sin embargo, los nuevos modelos de electrodomésticos, por ejemplo, suelen ya venir integrados a la red o con la posibilidad de ser vinculados a otro dispositivo con Internet (a un smartphone o a una tablet, por ejemplo).
Es decir, el Internet de las Cosas es la vinculación de dispositivos cotidianos con internet u otros dispositivos con acceso a la red para realizar intercambios de datos.
Hasta ahora eran ejemplos referentes del IoT los hogares que permitían, con un clic de móvil, encender o apagar la luz o subir y bajar las persianas. No obstante, está tecnología está ya mucho más avanzada y existen ejemplos más innovadores.
¿Qué dispositivos forman parte del IoT?
La unión de todos los dispositivos que utilizamos en casa y que realizan intercambio de datos en base a Internet constituyen las denominadas Smart Homes o Casas Inteligentes. En esta categoría introduciríamos: termostatos, controles del agua, luces, puertas o cámaras de seguridad.
También electrodomésticos como neveras, lavadoras o aspiradoras vienen ya comúnmente habilitadas para ser vinculadas a la red. Igualmente, los vehículos inteligentes y los asistentes de inteligencia artificial como Alexa se han hecho su hueco en el IoT.
Además, los últimos mencionados, los asistentes como Google Home o Amazon Echo, tienen gran relevancia. Ellos actúan en muchas ocasiones como centro de monitorización del resto de dispositivos. Cuando dices «Alexa, apaga la luz del salón«, es Alexa la que inicia el intercambio de datos para que se ejecute dicha acción.
Vulnerabilidad de esta tecnología
El problema radica en que donde hay tecnología hay riesgo de ataque. Una lavadora no utiliza un sistema informático como el de un ordenador. No hay un antivirus que frene un ataque.
Asimismo, al estar todos los dispositivos conectados, realizando intercambio de datos, estamos poniendo en riesgo toda la información como un conjunto.
Otra complejidad añadida en que ya no estamos hablando de electrodomésticos tradicionales. Si su nevera inteligente comienza a dar problemas, será un técnico especializado el que deba realizar la reparación.
Un paso más allá en el Internet de las Cosas
¿Qué pasa si sacamos el Internet de las Cosas de nuestra casa y lo extrapolamos a una empresa? ¿Y a una ciudad entera? De esa manera se empiezan a constituir las Smart Cities. A partir de pequeños pasos como conectar los vehículos de transporte públicos, las bicicletas o el wifi gratuito de los parques y espacios públicos. La posibilidad de realizar todos los tramites públicos por Internet también es parte de una Smart City
Además, esta interconexión nos permite ahorrar en nuestras facturas, ya que podríamos ver a tiempo real cuanto estamos consumiendo. O ayudar a evitar perder el autobús, ya que sabríamos a tiempo real donde está, a qué velocidad se acerca y cuánto le queda para llegar a nuestra parada. Lo mismo ocurre con la Industria 4.0, que se constituye al empezar a aplicar esta tecnología a procesos y maquinaría pesada.
La tecnología nos rodea y se adentra cada vez más en nuestras vidas. Aunque a veces puede asustar la velocidad con la que el mundo avanza a nivel tecnológico, es innegable la ayuda que los nuevos dispositivos nos ofrecen y como simplifican nuestra vida cotidiana.
Graduado en Ingeniería de Minas por la Universidad de Oviedo y especializado en Marketing y Gestión Comercial por EAE Business School y la Universidad Rey Juan Carlos.